Un repaso a la física.

Pleyadianos


Antes de que llegara Isaac Newton y empezara a codificar la primera fase de lo que conocemos como física moderna, el mundo era un lugar muy diferente. La alquimia estaba a la orden del día cuando se trataba de aprender acerca de los secretos del universo. La alquimia se ocupaba de la naturaleza cualitativa de la materia, no de la cuantitativa. Ello significa que estaba dividida en los cuatro elementos: tierra, aire, agua y fuego. Esta disciplina abarcaba también las simpatías o correspondencias entre objetos materiales y otras fuerzas. En todos los sentidos de la palabra, era el estudio de la magia.

Los libros de texto corrientes sobre la historia de la ciencia a ve ces describen la alquimia como una disciplina basada en observa ciones pueriles e ingenuas, pero que abrió el camino para las investigaciones que desembocarían en la ciencia actual. Casi siempre se des cribe la alquimia de una manera ridícula. También dicen que su objetivo era la transmutación de los metales en oro.

Aunque esta afirmación contiene cierta verdad, se presta a malentendidos. La alquimia, en su forma más elevada, se ocupaba de la transmutación de la conciencia. Los objetos físicos eran considerados una manifes tación de la conciencia y no se los veía como objetos independientes u objetos por derecho propio. Naturalmente, si uno podía cambiar la conciencia y se hacía experto en ello, también podía cambiar el metal en oro.

En otras palabras, alquimia es otra forma de decir metafísica. Ambas palabras tienen sus propias connotaciones específicas, pero ambas están relacionadas con la idea de fuerzas que son superiores al mundo físico común.

Fue de estos fundamentos de donde surgió la física moderna. si examina algunos de los antiguos textos alquímicos descubrirá que estaban escritos en clave. Dicho de otra manera: un historiador moderno que investigara el tema no tendría ni idea. Los verdaderos secretos de la alquimia estaban reservados para las sociedades secretas de la época.

La ciencia moderna recibió su primer gran estímulo cuando Isaac Newton descubrió y formuló las leyes de la gravedad y del movimiento. Estas leyes siguen estando vigentes en su mayor parte ya que resultan de innegable utilidad práctica. Si estudia su carrera completa, verá que Newton fue un hombre brillante y que su obra fue asombrosa. El decía estar inspirado por una fuente superior. El principal defecto de su obra fue que consideraba que los objetos son inertes. Para usos prácticos, su idea funcionaba. Las leyes de Newton funcionaban y ayudaron a establecer la era de la mecánica.

El siguiente acontecimiento importante en la historia de la ciencia ocurrió en 1887 con el famoso experimento Michaelson-Morely. Este experimento fue considerado un importante y sorprendente fracaso, que hizo temblar a la comunidad científica y cuyos efectos siguen estando presentes entre nosotros. Albert Michaelson, catedrático de física, y Edward Morley, catedrático de química, intentaron demostrar la existencia de una sustancia llamada «éter» que se creía que llenaba todo el espacio y también que servía como el elemento de soporte sobre el cual viajaban las ondas de luz.

Prácticamente todos los científicos de la época creían en el concepto del éter.

Era como una especie de campo unificado, aunque en realidad no se podía llamar así porque existían demasiadas incógnitas en la física popular de entonces.

El concepto del éter tiene su origen entre los antiguos alquimistas. Ellos concebían un medio que abarcaba la totalidad de las existencias. Para ellos, el éter era ilimitado y servía no sólo al espacio normal sino también a los aspectos sutiles y espirituales de la existencia. Constituía el mismísimo tejido de la propia existencia Cuando la influencia de la física newtoniana empezó a hacer hincapié en temas estrictamente físicos, se perdieron los aspectos más nobles del éter. A medida que la física iba avanzando, el concepto del éter fue utilizado para describir el medio a través del cual se trasladaban la luz y las ondas electromagnéticas. La lógica empleada era que si el sonido forma ondas en el aire y que si el movimiento causa ondas u olas en el agua, entonces la luz debería consistir en ondas que se desplazaban por un medio similar. Además, si existía ese éter, era fácil aceptar que la luz se vería frenada en su avance al chocar contra un «viento» del éter. Así pues, el éter podía ser medido y demostrada su existencia.

Michaelson y Morley decidieron demostrar que el éter existía emitiendo dos rayos de luz desde una única fuente y midiendo la diferencia entre el tiempo que tardaban los dos rayos en regresar a la fuente original. Lo hicieron con espejos, de manera tal que representaban un ray o que se movía con la órbita terrestre, mientras que el otro lo hacía en dirección contraria. La teoría de la época era que la Tierra orbita siguiendo un «viento» (el viento del éter) o momentum. Michaelson y Morley descubrieron, ante su sorpresa y consternación, que los dos rayos de luz regresaban a la fuente en períodos de tiempo idénticos. Eso significaba que el éter no tenía signos visibles de certidumbre.

¡No existía! Las noticias de este experimento hicieron tambalear el mundo científico de la época y a efectos prácticos la idea del éter fue abandonada, y con el tiempo ridiculizada y menospreciada con un gran desdén.

Naturalmente, toda esta suposición estaba basada en la creencia de que el éter era una fuerza medible. Fue descartada sólo por el hec ho de no ser medible, ya que los científicos abandonan rápidamente todo aquello que no pueden medir. De hecho, el experimento no demostró que realmente no existiera el éter. Solamente puso de manifiesto que no habían encontrado nada que encajara con sus ideas preconcebidas.

Es posible que muchos de ustedes, lectores, nunca oyeran hablar del experimento Michaelson-Morley, pero cualquier científico lo conoce muy bien. Lo que es significativo acerca del mismo es que uno de los mayores eventos de relaciones públicas de la historia de la ciencia moderna y ha sido reconocido como un importante avance. Alteró totalmente la dirección del pensamiento científico y al mismo tiempo hizo descartar la idea del éter. Asimismo, por lo que se refiere al inconsciente colectivo, sirvió también para soterrar la ida del éter de los alquimistas.

Lo que resulta especialmente interesante del experimento Michaelson-Morley es que los avances científicos generalmente dan como resultado tremendos descubrimientos y soluciones a todo tipo de problemas. Es difícil pensar en algún avance tecnológico deriva do directamente de este experimento. Incluso Albert Einstein, que fue la siguiente celebridad científica en entrar en escena y dejar huella propia, dijo que no había tenido ningún impac to significativo en su obra. Antes de pasar a examinarla, daremos primero una ojeada a algunos aspectos interesantes de su historia personal que generalmente no han sido tenidos en cuenta.



Extracto de Encuentro en las Pléyades
El fenómeno OVNI visto por dentro.
PRESTON B. NICHOLS & PETER MOON

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