La muerte. II

Emmanuel


Siempre pensé que era un ser evolucionado.

Por lo tanto, ¿cómo es que me asusté tanto ante la idea de morir?

Pues porque, querido amigo, también tú eres humano y además porque la parte de tu ser que debe morir cuando tú mueras no desea hacerlo.

Es esa parte que dice:

«Soy una personalidad. Soy un ser humano en este mundo físico.
El ego que tanto he luchado por defender merece la eternidad.
No deseo dar ese paso y adentrarme en lo desconocido, pues lo desconocido me asusta.»

Muy bien. Ello no significa que la mayor parte de ti no esté iluminada.

Porque sí lo está. Mas no fuerces la iluminación en una parte de tu ser, en la que no cabe.

Deja que esa parte siga siendo humana!

Consuélala.

Vuestra suprema sabiduría está preparada en todo momento para tomar en sus brazos ese terror, para acunarlo, arrullarlo, acariciarlo y de ese modo introducirlo en el estado beatífico de la muerte.

Qué frase tan cruel aquella que dice:

«Creí que estaba iluminado y aquí me tenéis muerto de miedo.»!

¿No os dais cuenta de que en vuestro mundo dual precisamente eso es lo apropiado?


¿Seremos capaces algún día de aumentar la duración de la vida del cuerpo, quizás incluso hasta el punto de superar a la muerte?

¿Y para qué diantre querríais semejante cosa?

Sinceramente, no veo nada más desagradable que permanecer encerrado en la escuela para siempre jamás.

El único objeto que tendría sería el de aliviar el miedo.

Pero el objeto de la vida es crecer a través del miedo y demostrar lo endeble que es su naturaleza.

La vida se extenderá por obra de su propia voluntad si vuestra alma no ha concluido aquello que ha venido a hacer.

Estáis aquí de visita, no para quedaros.

Y no se trata de una maldición.

Es un don de Dios.


¿Qué se siente en realidad al morir?

Morir es parecido a estar en una habitación cargada, en la que mucha gente hablan y fuman a la vez, y de repente vierais que se os abre una puerta y podéis salir al aire fresco y a la luz del sol.

Os lo digo de verdad, se parece bastante a eso.

La materia se vuelve menos densa.

La conciencia se vuelve menos restringida.

Los colores se vuelven más vibrantes.

Los sonidos se hacen más agradables.

Todos los sentidos, liberados al fin del pesado manto que supone el cuerpo físico, echan a volar con una canción.

Cuando uno reclama que le devuelvan las energías, las conciencias que habitaron el cuerpo físico. uno hace justamente lo que hace Dios.

Uno dice a las célular:

"Ya no os hace falta existir según la estructura molecular de mis entrañas, de modo que venid y habitad conmigo en mi Yo superior, hasta que llegue el momento en que, para bien de todos, debamos habitar de nuevo en una forma humana."


¿Qué experimentamos inmediatamente después de morir?

Hay tantas maneras distintas de dejar un cuerpo como de vivir en él.

¿Por qué vamos a tener que pensar que las capacidades creativas acaban en el momento en el que la conciencia abandona el ámbito físico?

Cuando hay la búsqueda, el deseo de Luz, de amor, del roce de una mano querida, ésa será la experiencia que se tenga.

Si se cree que va a perderse todo, ésa será, por desgracia, la experiencia que forzosamente se tendrá durante un breve lapso de tiempo.

No se tiene derecho a permanecer más tiempo del debido en lo que es una mera creación de uno mismo.

Con abandonar el cuerpo es suficiente!

En el instante en el que el Yo queda libre del cuerpo humano, surge la Luz, surge la paz, surge la libertad, surge el Hogar.


Si pudiera mostraros de manera tangible el círculo que es en realidad la conciencia del mundo y haceros ver la Luz que rodea dicho mundo, no volveríais a dudar del consuelo y la solicitud que se siente en el momento de dejar el círculo de las limitaciones humanas.

Se os permite descansar, sentaros tranquilamente y disfrutar del conocimiento del Yo continuo y eterno.

Aquéllos que estén preparados, se encontrarán inmediatamente con sus maestros y sus viejos amigos, a los que tanto quisieron, para celebrar una reunión gozosísima.

Sí, lo mismo que los seres humanos.

No olvidéis que habéis formado a vuestro alrededor algo que no es ajeno a vuestra conciencia, pues la conciencia debe crearse a sí misma.

Cuando os descubráis a vosotros mismos en vuestro propio Ser, os reconoceréis incluso sin vuestro cuerpo físico.

Quizás haya también tiempo de sanación y muchos caen, por cierto, en un profundo sueño.

Se despertarán apaciblemente cuando sientan la tranquilidad y el amor que los rodean.

Otros se precipitarán gozosos en su nueva existencia.

Me satisface comunicaros que la mayoría encontrará que el tránsito es agradable de inmediato.

Tras la muerte física, para la mayoría se produce un período en el que los temores, la confusión y las resistencias de la vida humana requieren ser comprendidas desde la perspectiva de la eternidad.

Una vez entrados felizmente al aire fresco, o si preferís, a la realidad primigenia a la que pertenecéis por toda la eternidad, os volvéis al fin curiosos, empezáis a desperezaros, como si llevarais mucho tiempo fuera de allí.

De repente sabréis perfectamente que es hora de levantaros y de empezar a moveros.

A menudo, de hecho en la mayoría de los casos, se siente un renovado interés por la vida humana, pues muchos de vuestros asuntos han quedado inconclusos.

Así que se vuelve al seno materno, pero sólo después de haber examinado profundamente las cosas.



Extracto de El libro de Emmanuel
Transmitido por Pat Rodegast

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1 Comentario de lectores

23/11/2020

Gracias.

Manuela desde Argentina