La relación del hombre con sus cuerpos. II

Varios/Otros


Sobre la verdadera cura no se tiene explicación; no se sabe cómo viene. Si la racionalizamos, es porque no estamos totalmente libres de los obstáculos para su manifestación, y todavía está lo que tenemos que remover y lo que tenemos que transformar en nosotros mismos. Como la energía que la promueve viene de niveles que están más allá de toda posibilidad de análisis, las explicaciones a su respecto sólo afean la verdadera esencia de su movimiento. Por eso se dice que sin Fe no puede haber cura.

La Fe es la percepción profunda de que estamos VIVOS y de que, por tanto, nada realmente nos puede alterar en nuestra integridad última; es el reflejo, en nuestra personalidad, del estado del yo superior presente en el mental abstracto de nuestro ser. Por otro lado, la duda es expresión humana y personal aún no penetrada por la energía de la cuarta dimensión.

Las preguntas, cualesquiera que éstas sean, no existen en los terrenos de la Fe. Sólo forman parte del desarrollo del cuerpo mental pensante del hombre, proceso válido y fundamental en la ejercitación que lo preparará para ser receptivo, más tarde, a realidades mayores. Empero, la Fe penetra al yo consciente cuando la mente humana, después de pensar en ella, se aquieta. El ejercicio que podemos hacer para comprobarla es mantenernos tranquilos, en la vigilancia más calma.

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El cuerpo etérico, que en algunos sistemas teóricos es considerado parte del cuerpo físico por ser el que lo mantiene integrado y lleno de energía, abriga los vórtices de fuerza que reciben y transmiten la vida universal y la redistribuyen en ese cuerpo físico. Por tanto, es el vehículo a través del cual la energía vital penetra en el cuerpo físico y del cual depende en gran parte la salud y el bienestar de este último. Asimismo, por intermedio del etérico se efectúa la unión entre el cuerpo denso y los niveles más sutiles del ser y, por eso, si no está limpio y armonioso, ese cuerpo mantiene al consciente ajeno a la vibración y al conocimiento superiores.

Una congestión o una dispersión de energía en el cuerpo etérico ocasiona males físicos. El equilibrio es mantenido por la calidad de los pensamientos que el hombre tiene, e incluso puede decirse que es por el continuo cultivo de ideas correctas que el cuerpo etérico es conducido a una intensa actividad constructiva. La armonía etérica se consigue, por tanto, principalmente, por la presencia de pensamientos positivos en la mente del hombre, y no sólo por la práctica de ejercicios respiratorios que le suelen prescribir con ligereza, sin conocimiento intuitivo y clarividente. De nada valen los ejercicios y las técnicas, si no existe un decisivo trabajo sobre el carácter.

Es a través del etérico que circula, como se dijo, la energía emitida por el alma, pero él es también transmisor de otras energías, emitidas por núcleos aún más potentes: un planeta, una estrella y hasta el Sol inclusive, con el cual tenemos profunda vinculación por intermedio del yo superior. Evidentemente, aquí nos referimos a la vida interior de esos astros, y no a su apariencia exterior. Nos referimos a nuestra unión con la esencia del Sol (amor-sabiduría en movimiento de entrega y de apertura hacia realidades más elevadas), y no a mera exposición de nuestro cuerpo a los rayos solares físicos, lo cual podría producir trastornos, dadas las circunstancias planetarias actuales de contaminación atmosférica.

Seres que nos auxilian en la escala evolutiva, conscientes de su propio trabajo subjetivo, están actuando intensamente en esta época para que el cuerpo etérico colectivo de la humanidad sea estimulado. El etérico es el medio en el que toda energía puede circular y, por tanto, a través de él, fuertes corrientes pueden llegar hasta el cuerpo físico del hombre. Volverse consciente en el nivel etérico es el próximo paso de la raza humana y, como se sabe, incluso se están efectuando ya experiencias científicas en el sentido de penetrar y conocer esa dimensión.

La contaminación progresiva del plano físico planetario con venenos y "polución", contaminación que está transformando inclusive el contacto de la piel con los rayos solares en motivo de degeneración de los tejidos, demuestra que incluso tenemos que salir del confinamiento del plano físico. Necesitamos llegar al conocimiento de cómo actuar en el plano etérico (y en otras dimensiones) para que, a través de eso, consigamos ampliar nuestra acción consciente en este mundo y en otros más sutiles.

Actitudes, aspiraciones, impulsos y deseos son realidades y forman la vida y el trabajo en la materia de los éteres. Por tanto, de la calidad de nuestra vida depende la fluidez de las energías en lo etérico, así como el desarrollo de sus centros de fuerza. Los cuidados básicos con el cuerpo físico, al igual que la correcta vida emocional y mental, son positivos y se reflejan directamente en el cuerpo etérico. Además de eso, el contacto con la naturaleza, en el plano físico, lo revitaliza y armoniza al hombre con mundos que lo circundan y de los cuales forma parte en otras dimensiones, en las que también podrá vivir conscientemente.

Como para algunos es hoy casi impracticable el contacto con el aire puro y con las plantas, en especial con aquellas que están en su estado natural en florestas y bosques, el trabajo de elevación del pensamiento debe ser particularmente intensificado. Un hombre es lo que él piensa, según ya se dijo tantas veces. Nunca esa ley fue tan esencial como hoy en día. Así, sabiendo que contamos con nuestro pensamiento como instrumento básico de alineación y de purificación, no necesitamos esperar que condiciones externas nos permitan ejecutar lo que sería deseable para la salud de nuestro cuerpo de éteres.

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Dícese que el cuerpo físico se perfecciona cuando se torna capaz de responder a la consciencia más elevada del ser, a la vibración superior. Cuando eso acontece con cierta intensidad, la sustancia-luz que existe en el centro de cada célula se libera, constituyendo ese hecho la máxima realización del nivel más denso y material del hombre.

El destino de la especie humana no es continuar encarnando en cuerpos físicos sino trascender los estados más densos, encaminándose hacia los más sutiles. En su ciclo final sobre este planeta, la humanidad ya habrá superado muchas limitaciones hoy típicas del plano terrestre y estará conviviendo más abiertamente con otros niveles de consciencia, en los que las leyes son diferentes. En esos niveles puede decirse que la reproducción es asexuada, lo cual influye, desde ya, en el comportamiento del hombre más lúcido, aunque las condiciones actuales de densidad física no permitan aún la realización de ese hecho. En el libro Hora de Crecer Interiormente (El Mito de Hércules Hoy), hay una deliberada estimulación en ese sentido, para ayudar al hombre en evolución a preparar, en sí, las etapas futuras que deberá vivir.

En cuanto al cerebro, sólo tiene activas, aproximadamente, el diez por ciento de sus células; para que pueda reflejar un pensamiento superior, para que su parte adormecida pueda despertar, necesitamos cambiar la calidad y las intenciones de nuestra vida cotidiana. El pensamiento común y las preocupaciones triviales son capaces de mantener sólo un pequeño número de células en actividad, y siempre las mismas. No será posible una vida diferente sobre este planeta sin que despierte la mayor parte del conjunto celular cerebral de los hombres.

Se sabe que un intenso trabajo está ocurriendo sobre los cerebros humanos por parte de las energías superiores y de seres que operan y trabajan en los planos sutiles de la existencia, en beneficio del hombre.

Pero esto no es asunto de este libro, que se propone despertarnos hacia la cura interior y darnos algunas indicaciones básicas.

El cerebro y el cuerpo de carne y hueso tanto pueden tornarse cada vez más autoconscientes como transformarse en autómatas comandados por fuerzas ciegas existentes en la propia materia física, emocional y mental. Contribuiremos a que siga el primer camino y se libere de la red de influencias que lo mantienen encadenado, si le transmitimos la idea de que él es, de hecho, receptáculo del yo superior.

El cuerpo puede expresar libremente el alma que lo habita, con tal que alcance cierta claridad de vibración.

Es casi imposible para el pensamiento superior introducirse en un cerebro físico poco evolucionado o impregnado de sustancias tóxicas, sean ellas físicas, tales como el humo, el alcohol, y las drogas, o sutiles, tales como los pensamientos negativos o los poco armoniosos. Por tanto, la depuración del cuerpo físico es la meta básica y esencial para todos aquellos que aspiran a conocer la Realidad. El ingreso de la humanidad en estados de consciencia superiores depende, en parte, de ese trabajo de elevación de la materia física.

La dieta vegetariana y frugívora es de gran ayuda en el proceso de elevación del nivel vibratorio del cuerpo físico, aunque el proceso alimenticio correcto tenga que reformularse continuamente. Las reglas fijas y los conceptos cristalizados pueden perjudicar una alimentación correcta. Los alimentos pesados y grasos mantienen al cuerpo en un estado de inercia que dificulta contactos superiores. Las carnes de cualquier especie le inducen una vibración animal, impidiéndole tornarse más sensible a la vibración espiritual. A través del consumo de carne, el hombre retorna a lo que ciclos atrás empezó a abandonar, cuando su esencia viva transmigró hacia el reino humano.

A pesar de que esto es hoy evidente para cualquier mente reflexiva, me gustaría agregar que alimentarse de carne no sólo es un comportamiento retrógrado sino también uno de los factores que están impidiendo que el sufrimiento humano sobre esta Tierra sea aliviado. Conduciendo a los animales hacia el dolor y la muerte, engendramos situaciones semejantes para nosotros mismos a corto, mediano o largo plazo, dentro de la Ley de Causa y Efecto.

La higiene también es necesaria para que el cuerpo se torne apto para captar y asimilar rápidamente la vibración de su morador espiritual, el yo superior. Lo mismo se puede decir del sueño adecuado. El hombre debería, en lo posible, seguir los ritmos de la naturaleza, estando despierto de día y dormido durante la noche.

El período de la noche profunda, o sea, desde las 22,30 hasta las 2,30 horas se considera propicio para el sueño restaurador. Se debe agregar otras horas a esas cuatro, pues está quien tal vez necesite hasta ocho horas de sueño en cada período de 24 horas.

Aunque existan áreas del planeta afectadas por las radiaciones nucleares, en sitios en los que ellas no existen es fundamental el contacto con el aire libre para que la energía circule correctamente por el cuerpo físico. Ese cuerpo es mantenido también por corrientes universales que pueden dejar de alcanzarlo debido a elementos aislantes que hoy se usan en las paredes que dividen los aposentos de las viviendas. De igual importancia es el movimiento adecuado: caminar es equilibrador y, cuando se camina de manera rítmica, ayuda a los órganos físicos a que cumplan sus funciones y gocen de una buena circulación sanguínea.

Si se observan estos puntos, la eliminación de impurezas ocurre gradualmente, y la materia atómica del cuerpo se perfecciona, pasando a ser permeable a la propia luz que hay en su interior.

La necesidad de equilibrio debe destacarse aquí. Si se torna objeto de excesivo cuidado, el cuerpo físico en general retrocede en su proceso de elevación. Uno de los puntos que el hombre en busca de evolucionar conscientemente debe aprender es "vivir como si el cuerpo físico no existiese", según dice la obra Discipulado de la Nueva Era, escrita por Alice Bailey bajo inspiración telepática de Djwhal Khul. Por otro lado, esa misma fuente nos dice que, si al cuerpo no se le da el tratamiento correcto, las consecuencias de tal descuido pueden mantener al hombre aprisionado en el nivel físico, reencarnando sin cesar. Así, entre una afirmación y otra, ambas verdaderas, cada uno de nosotros encontrará el camino adecuado.

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A pesar de todo lo dicho sobre la necesidad de purificación, ya comprobado por la experiencia de muchos, no es nuestro propósito dar al lector un recetario y tampoco un conjunto de reglas fijas. Eso podría reprimir que efectuara la investigación espiritual en el fondo de su propio ser, con la participación activa de su voluntad consciente. Mientras no decida aún asumir la propia evolución, el hombre necesita mucha orientación externa; pero, para aquel que ya entendió cuál es el camino más corto hacia la meta escogida, demasiados consejos pueden crear obstáculos a la creatividad y a la experiencia legítima que la personalidad necesita hacer. Las indicaciones aquí dadas son, por tanto, sólo puntos de referencia que el lector podrá utilizar, dentro de su propio equilibrio y discernimiento, en su búsqueda de autoperfeccionamiento y realización interior.

Además de ello, téngase en cuenta que el planeta Tierra, entrará en breve en una situación de emergencia.

En esas condiciones, los individuos estarán, cada vez más, recibiendo indicaciones en sus propias experiencias subjetivas; por tanto, este escrito es un mero estímulo para la propia investigación silenciosa de cada uno.



Extracto de: CAMINOS PARA LA CURA INTERIOR
TRIGUEIRINHO

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